Es curioso que la serie que mejor retrata la depresión, frustración, tristeza y vacío del ser humano sea una caricatura con animales antropomorfos.
BoJack Horseman siempre fue malentendida o mejor dicho, mal catalogada en cuanto su género. Muchas veces se le comparó con series como South Park o Padre de Familia y eso a mi forma de ver, es un gran error.
A diferencia de estas sátiras cuyo tono primordial de la narrativa es la comedia, BoJack siempre dejó claro que era un drama con destellos de humor, quizá por esa razón algunas personas fueron decepcionados por su taciturno, gris y magnífico final.
Para mí, BoJack Horseman es de las pocas series que siempre fue fiel a su estilo desde el minuto uno al momento final.
Aquí empiezan los spoilers.
Para mucha fanaticada la serie del caballo depresivo debía terminar con una catarsis para bien o para mal, es decir, BoJack debía redimirse y terminar suicidándose (para muchos el final perfecto hubiera sido con la muerte del caballo ahogado en la famosa piscina de su intro).
Al final, BoJack tiene una larga conversación con Diane en el techo de una casa que termina con los dos personajes igual de confundidos que siempre, los guionistas, en un arrebato de valentía y congruencia, deciden no darle una salida fácil a BoJack. Sin piedad, lo dejan a su suerte para seguir viviendo y enfrentándose a todos los errores que cometió durante su vida.
Para los escritores hubiera sido muy sencillo matar a su protagonista como lo hizo Breaking Bad con Walter White (por dar un ejemplo). BoJack Horseman no le da tregua a sus personajes y los obliga, como en la vida real, a enfrentarse al resto de sus días.
Qué hermoso es aquel último fotograma con Diane y BoJack descolocados y por qué no decirlo, avergonzados de sus vidas. Como cereza del pastel, un cielo estrellado de fondo decora la tristísima escena.
BoJack Horseman es la mejor serie que ha creado Netflix, es también uno de los contenidos más tristes que nos ha dado el cine, la televisión, el streaming o cómo lo queramos llamar. Antología de las enfermedades mentales, catálogo de las miserias humanas, enciclopedia de los rencores… BoJack Horseman es una de las series que mejor supo enfrentarnos al patetismo y terror de haber nacido como ser humano.
Invito a los detractores del final de BoJack Horseman a que le den una segunda oportunidad a su sexta temporada, a que traten de visualizar al protagonista como un humano, estamos tan acostumbrados a la narrativa del “viaje del héroe” (problema-motivación-redención-felicidad) que nos cuesta trabajo amar un cierre sin catarsis.
Por mi parte me voy a ver de nuevo BoJack Horseman, tengo ganas de depresión.